En la actualidad en muchos países de África, Medio Oriente e India cientos de hombres, mujeres y niños son masacrados cada día por causa de su fe. Decenas de misioneros de todas partes del mundo dan un llamado urgente pidiendo ayuda; buscando por algún medio llamar la atención de miles y miles de cristianos cegados por un evangelio de glamour, sueños exitistas y materialistas. Mientras al otro lado del mundo sus hermanos viven otra realidad.
En muchos lugares de la India, África y Medio Oriente, los grupos de cristianos deben congregarse en medio de la noche en cuevas, excavaciones subterráneas, chozas improvisadas en medio de la nada, solo para escuchar un trocito de la biblia. Ellos, nuestros hermanos no tienen nada más que una vela, una biblia y sus voces con la cual cantan al Señor, pero bajito; ya que de eso depende que sigan vivos. Otros, los que son llamados a transmitir las verdades eternas, se exponen con valor sobrenatural para predicar el evangelio en lugares muy peligrosos hasta que encuentran la muerte. Pastores junto a sus hijos son quemados vivos, mutilados, degollados y torturados por transmitir el mensaje de amor sin reservas de Jesús; una verdad que aunque los lleva a la muerte, les ha dado la vida, paz y felicidad eterna a ellos y a los que han logrado alcanzar.
Mientras tanto acá en occidente y en el resto del mundo libre, gran parte de la iglesia invierte millones de pesos, dólares y euros en llevar a cabo su divertido evangelio multicolor. Conciertos, congresos, redes sociales, programas, nuevos lanzamientos, discos, templos de lujo, etc. Todo lo que un gran grupo de cristianos parece desafiar, creyendo ciegamente que esa es la voluntad de Dios para sus vidas y para las congregaciones a las que pertenecen.
Cada año se realizan decenas de eventos con nombres muy atractivos a una iglesia que nunca se sacia. Millones y millones de dólares son invertidos para la creación de más material y mejores ¨recursos cristianos¨ y tecnología. Construcciones de templos lujosos, ya no solo queremos un buen lugar donde reunirnos, hoy debemos tener lo mejor. Como el mundo tiene lo mejor, lo usamos como excusa, ya que a Dios hay que darle lo mejor. Cuando en realidad estamos saciando nuestro ego y tratando de parchar nuestra baja estima. Esto ha dejado a muchas Iglesias sin ningún peso, y ciegas creyendo que deben hacerlo porque es la voluntad de Dios.
La canasta de los nuevos influencia cristianos y super ministros ya se rebasó. No tenemos donde meter más predicadores y músicos de alta gama. Estamos saturados de talentos y capacidades, de elocuencia, carisma, talento, conocimiento, tecnología, etc. Pero lamentablemente lo usamos para satisfacernos a nosotros mismos.
Hablamos de ir a los perdidos, pero la mayor parte de los recursos que generan los cristianos y la iglesia a nivel mundial es para ellos mismos; para su buena, delicada y santa entretención.
Tendríamos que estar ciegos para no darnos cuenta que la humanidad está cada día más decadente y la inmoralidad ya sobrepasó los límites.
Muchos cristianos hoy, están dispuestos a pagar una entrada para que un influencer o predicador de moda les diga por trigésima vez lo que hace tiempo saben que deben hacer. Son como balones de fútbol pinchados, antes de cada partido hay que volverlos a inflar, pero solo duran un cuarto de tiempo.
Muchos músicos ya no adoran a Dios a través de la música. Están tan obsesionados con la «excelencia musical» que están adorando a la música que era para Dios.
Hemos manoseado tanto el término excelencia, solo como una excusa para adquirir y obtener lo que nuestro egocéntrico e insaciable corazón quiere, y como unos insolentes le hemos dado a esta conducta ribetes de algo espiritualmente necesario, pero esto es solo un deseo humano. El evangelio de Jesús solo consiste en poder, en bastarnos de su Presencia.
Jesús nos envió a predicar su palabra y hacer discípulos, pero nosotros estamos haciéndonos conciertos y mega-eventos. Gastándonos egoístamente el dinero que Dios puso en las manos de la iglesia, el cual deberíamos bien administrar. La pregunta es ¿para qué necesitamos tantas luces, tanto espectáculo, tanto instrumento de súper, ultra buena calidad?. ¿Cuál es la idea? ¿Hacia dónde vamos?
“Amados hermanos, la primera vez que los visité, no me valí de palabras elevadas ni de una sabiduría impresionante para contarles acerca del plan secreto de Dios. Pues decidí que, mientras estuviera con ustedes, olvidaría todo excepto a Jesucristo, el que fue crucificado. Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo. Lo hice así para que ustedes no confiaran en la sabiduría humana sino en el poder de Dios.”
1 Corintios 2:1-2, 4-5 NTV
Dios mismo se aseguró de no dejar que su gloria fuera manoseada por nada creado por nosotros. El dijo que el evangelio sería transmitido a través de la locura de la predicación y su vehículo sería el amor. El evangelio puede ser transmitido de la manera más sencilla que podamos imaginar. Las luces, el sonido, los grandes escenarios y toda la tecnología deberíamos usarla para anunciar a los hombres las maravillas de aquel que nos llamó de tinieblas a su luz admirable, y dejar de estar agasajándonos sin parar, porque eso es gula.
No es malo tener un gran edificio si Dios ha dado una gran cosecha de almas. Tampoco es malo tener buenas cosas si Dios nos honra con ellas. Pero debemos permitir que el lo haga, que el nos bendiga de manera directa. No tenemos derecho a hacernos un mega-evento auto-motivante si hay gente en nuestras congregaciones que tiene hambre o frío. No tenemos derecho a tener más y mejor tecnología si tenemos familias que sufren necesidad. Debemos primero sanar el cuerpo antes de vestirlo con ropas ostentosas.
Para la mayoría de los eventos cristianos de hoy hay que pagar una entrada, eso quiere decir que si un cojo, un ciego, un manco, un tartamudo, un necesitado o un endemoniado no tiene para pagar la entrada, se queda enfermo y endemoniado. Hemos puesto al «señor Dinero» como un vallado alrededor de la gracia. Gracia es igual a favor, ósea, un regalo. No podemos venderla. Jesús jamás lo hizo, los profetas no lo hicieron y los apóstoles tampoco.
Te invito a volver al origen, a la sencillez del Espíritu. No entregues la gloria de tu Dios a nada inerte, no dejes que nada material agite, angustie o inquiete tu corazón. No te afanes por tener más y más cosas. Deja que Dios te llene de gracia, porque no hay nada más grande que la unción, ella es más que suficiente. Tal vez sueñas con una casa, probablemente seas un pastor que hoy necesita un mejor lugar para llevar a su congregación, un músico que quiere mejores instrumentos o tal vez eres una madre que quiere que sus hijos crezcan en un mejor barrio. Quien quiera que seas y cuál sea tu necesidad, Dios ya está enterado. Yo te aconsejo que solo seas agradecido y que tengas fe. No creas la mentira de que las cosas pueden satisfacerte.
Piensa solo por un momento en nuestros hermanos que solo tienen una vela, una Biblia y cantan bajito. Ellos son perseguidos, y aun así están felices de tener a Jesús. Piensa en ellos y se agradecido. Da algo y envía a ellos una acción de gracias en ayuda. Intercede por ellos todos los días. Nadie es demasiado pobre que no tenga nada que dar.
Nunca creas que la franquicia de la unción de Dios le pertenece a algún hombre o que debes viajar a algún sitio o pagar para conseguirla. Jesús lo dejó claro; mas tú cerrada la puerta entra en tu lugar secreto y tu padre que ve en lo secreto te recompensará en público. La unción depende de tu intimidad con Dios, esta no le pertenece ni a un movimiento ni a un hombre. Si quieres el perfume de Dios, entonces debes pasar tiempo abrazado a Él.
Te invito a parar por nuestros hermanos perseguidos, recuerda que la oración eficiente del justo puede mucho. También te invito a buscar redes de misiones internacionales para enviar ayuda, necesitamos cubrir a nuestros hermanos y hacernos cargo de lo que Jesús demanda.
“»Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”. »Entonces esas personas justas responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa, »Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”.”