¿Qué pensarías si tus oraciones no han tenido la respuesta que esperas sólo porque no has aprendido a orar correctamente?. A menudo, en la vida creemos conocer algo a la perfección sencillamente porque lo practicamos de forma habitual. Incluso, alguno de nosotros podría practicar un deporte, trabajo u oficio a diario y pensar que esto lo hace ya un experto en dicha disciplina, por el tiempo que lleva realizándolo. Pero sabemos que en algunos casos no es así. Y lo mismo sucede en nuestra vida de oración. Podemos estar orando todos los días, pensando que lo hacemos bien, pero estar haciéndolo de forma equivocada.
¿Qué es la oración?
Debemos conocer cómo y es la oración. La oración es un vehículo de comunicación activo y siempre abierto para hablar con Dios. No discrimina al pecador del justo, tampoco al enfermo, al herido o al débil. No discrimina a nadie. Está abierta para todo aquel que lo necesite. Allí nos reunimos íntimamente con Dios. Incluso, cuando nos reunimos a orar con otros hermanos en nuestras congregaciones. Sigue siendo intima, porque oramos como familia de Dios. En la oración Dios solo visita a su iglesia, no a todo el mundo. No existe otro medio por el cual el hombre reciba la respuesta de Dios, el único vehículo es la oración.
Cuando oras Dios se reúne contigo y te revela sus pensamientos, aquellas cosas secretas qué hay en su corazón. Eso no lo hace cuando vas a la iglesia, lo hace cuando estás a solas con Él
La oración también es un diálogo franco, transparente y sincero. Debe realizarse siempre con la conciencia de que estás hablando con tu Padre. El mundo puede entender que existe un ser supremo pero para nosotros que conocemos a Cristo, Dios es nuestro Padre. Es en la oración donde el hombre conoce a Dios. Nadie podría decir: “Yo conozco a Dios porque asisto a la iglesia”. En la iglesia podemos conocer el mensaje del pastor, a los hermanos y la vida en comunidad. Pero a Dios solo se le conoce en la oración. Si usted quiere conocer más a Dios, debe orar más, debe llevar una vida de oración profunda. Si usted quiere manifestar a Cristo, entonces debe llevar una vida de oración.
La oración puede contener un ruego, una súplica o una plegaria. El hombre en todas estas expresiones manifiesta lo que desea, anhela, siente o lo que es. Nunca cometas el error herético de decirle a Dios lo que tiene que hacer. Es una falta de respeto enorme. No podemos hacerlo, porque un día vas a tener que pagar ese error enojándote con Dios porque no hizo lo que querías. La mayoría de los cristianos que están enojados con Dios, porque se les fue un hijo o porque perdieron algo en sus vidas, es porque creen que tienen dominio sobre Dios. Usted no es señor del Señor, usted es una criatura que se acerca a un Señor a pedir favor.
¿A quién dirigimos nuestra oración?
De la trinidad a quien debemos dirigir nuestra oración es al Padre. Cuando oramos no podemos pedirle al Espíritu Santo o al Hijo, podemos hablar con ellos, pero cuando queremos orar a fin de pedir algo, entender o saber de algo, debemos pedírselo al Padre.
Pero entonces, ¿No se supone que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la misma persona? ¿Por qué no deberíamos pedir a Jesús o al Espíritu Santo?. Y si, la respuesta es que si lo son, son tres seres que conforman un individuo indivisible en cuanto a su identidad, carácter y santidad. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen roles, funciones y jerarquías diferentes. Cristo es menor que el Padre, Él dijo: “ No estoy aquí por mi propia cuenta, sino que él me envió” (Juan 8:42 ). Es tanto así, que Jesús en su materialidad como hombre dijo lo siguiente: “Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán estas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Solo el Padre lo sabe.” Mateo 24:36 . El Padre es quien toma las decisiones, a veces, sin decírselas a Jesús. Y esto no inhabilita que el Padre y el Hijo sean uno porque lo que mantiene la unidad entre ellos es que Cristo jamás desobedece, nunca se adelanta, nunca se atrasa, eso los hace uno.
Entonces, cuando queramos pedir algo, primero glorificamos en nuestro corazón a Cristo por ser el camino, la verdad y la vida. Por ser el acceso que nos abre paso al Padre. Y el Padre por medio del Hijo, inmediatamente nos escuchará y responderá. Por otro lado, el Espíritu Santo es el conductor, él le da forma y orden a las cosas. Él ora a través de nosotros. Toma nuestra conciencia, emociones, sentimientos y conocimiento y los ordena para que podamos pedir bien, pone fe en nuestros corazones y despierta patrones espirituales en nosotros.
¿Cómo debemos presentarnos?
Santidad
Si yo estoy en pecado, mi oración no tendrá el mismo peso y la misma trascendencia que si oro en santidad. El hombre que ora en santidad puede interceder, pedir, clamar, presentar súplicas, puede conversar. En cambio, el hombre que está en pecado sólo puede orar para arrepentirse.
No podemos orar mientras estamos enojados con un hermano (Mateo 5:23-24). Jesús nunca dice ¨guarda tu ofrenda, no la des hasta que te reconcilies con tu hermano”. No! te dice, “ entrégame tu ofrenda pero antes de ponerla en el altar, tú vas hablar con tu hermano y le vas a decir: yo te chismie, hablé mal de ti, pensado mal de ti, te he menospreciado, yo he visto que hiciste algo en contra mía, pero te perdono. Entonces, ven sin nada en tu corazón y entrégame una ofrenda limpia” . Y lo mismo sucede con la oración. Si yo tengo una herida en mi corazón o algo malo en mis alma, primero debo sanar eso en oración, no puedo decirle al Señor “bendice al planeta, cambia a todos los narcotraficantes, llévate las potestades que están sobre la naciones” pero a la vez estar en conflicto con alguien en mil casa. Primero debo reconciliarme en la tierra para poder tener acceso a un cielo abierto. Ahí es cuando la oración es eficiente. porque necesita muy pocos recursos para realizarse: Animo, fe y un lugar.
Un corazón dispuesto
Si las escrituras dicen que cuando Dios envía su palabra, ella siempre cumple lo que Él determinó y jamás vuelve vacía. Entonces, porque hay hombres y mujeres que reciben la palabra pero ella no los cambia, no son bendecidos como la palabra dice. Esto es, por la semilla razón que no creemos lo que la palabra dice. Debemos traer un corazón preparado para escuchar la palabra de Dios, no es cuestión de llegar y sentarte en una iglesia con una postura humana a escuchar la palabra. Debemos traer nuestro corazón preparado para escuchar a Dios. Hay una forma de orar y también un estado.
¿Cómo y dónde debemos orar ?
“Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará. »Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los gentiles. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.” (Mateo 6:5-8)
Sin repeticiones
Los verdaderos cristianos oran al Padre con inteligencia. Si el Padre te dijera: “¿Qué está pasando? Cuéntame”. No comenzarias a decirle palabras repartidas, como un mantra que te hace reaccionar. Él no es buda, no es alá. Es Rey de Reyes y Señor de señores. Tiene personalidad, carácter, criterio, inteligencia, es Dios y razona. Escucha y responde porque es sabio. Cuando Jesucristo nos dio el Padre nuestro, no fue para que lo convirtiéramos en un mantra, más bien nos lo dio como un modelo a seguir.
Tiempo, un lugar privado e intimidad
- Tiempo: Hay un tiempo de consagración que debes tener en tu día, en tu semana, en tu mes que está dedicado para estar solo con Dios.
- Lugar privado: Todo lugar es un lugar de oración. Muchas personas han hecho tradiciones y ritos a partir de la oración, pero ella no tiene nada que ver con entrar a un lugar y cerrar la puerta tal cual. No tiene que ver con estar de rodillas o de panza necesariamente. No posee un lugar físico o una posición corporal. Cuando Jesucristo menciona la puerta, hace referencia a buscar a Dios en un lugar a solas; puede ser una carpa, una montaña, un lugar que sea íntimo para ti. Puedes estar sentado o estar parado. Puedes estar orando muestras friegas los platos con lágrimas en tus ojos, y ese será tu altar para Dios. Cuando oras Dios se reúne contigo y te revela sus pensamientos, aquellas cosas secretas qué hay en su corazón. Eso no lo hace cuando vas a la iglesia, lo hace cuando estás a solas con Él.
- Intimidad: Es cuando abres tu corazón profundamente a Dios, donde te desnudas y despojas por completo de todo. Cuando íntimas con Dios, Él que es Santo te hace santo, Él que es Puro te hace puro, Él que es Bueno te hace bueno. No es la cantidad de música cristiana que escuches, es la cantidad que oras. En ese lugar existe un secreto, un corazón íntimo, desnudo y abierto, un Espíritu, un Hijo, un Padre y tu, nada mas.
La respuesta
“Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pidanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la haré! »Si me aman, obedezcan mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre. Me refiero al Espíritu Santo, quien guía toda verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo busca ni lo reconoce; pero ustedes sí lo conocen, porque ahora él vive con ustedes y después estará en ustedes. No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes.” (Juan 14:13-18)
Jesucristo nos asegura que cumplirá cualquier petición que le hagamos al pedir en su nombre, pero debemos tener mucho cuidado con malinterpretar este pasaje. Cuando Jesús dice “en mi nombre” no está diciendo “pidan lo que quieran y cuando terminen de orar digan mi nombre”. Como si el simple acto de pronunciar la palabra ‘Jesús’ hiciera que nuestras peticiones se volvieran realidad de manera mágica. Cuando Él dice que oremos en su nombre se refiere a pedir en su carácter, autoridad y voluntad. Por lo tanto, todo lo que le pidamos a Dios dentro de su voluntad, eso nos va a dar. Y su voluntad la da a conocer en las escrituras.
Lo extraordinario de este pasaje no radica en que Jesús nos de todo lo que deseemos, sino en que, nos está dando al Espíritu Santo, un vehículo sin interrupción a la presencia de Dios, donde podremos hablar con el Padre en todo momento y a cada instante.
¿Qué es más importante para ti? Que Dios haga lo que tu quieres o que la presencia de Dios esté contigo?
Independientemente de la respuesta que Dios nos de; sea que Él haga lo que pedimos o no lo haga. Él siempre estará con nosotros. ¿Qué es más importante para ti? Que Dios haga lo que tu quieres o que la presencia de Dios esté contigo?. Como creyentes nos damos cuenta, inmediatamente, que si Dios responde con un no, nos ayuda de igual manera porque Él está. Quiera o no hacerlo, nos ayuda de igual manera porque confiamos en lo que Él hace. Y todo lo que Dios decide para nuestra vida es bueno, aunque no sea de nuestro gusto.
Si nosotros, los adultos, dejáramos que nuestros niños se criaran y educaran como ellos quieren, ellos harían todo lo que les gusta y da entretención, pero que a la larga no sería bueno ni provechoso para ellos. Y lo mismo sucede en nuestra relación con Dios. Entonces, ¿Qué hace Dios?. Sencillo, No nos deja decidir. Él ya decidió todo por nosotros. Porque todas las decisiones que tomaremos deben estar en Cristo, guiadas por el Espíritu Santo.



