Hoy seguimos con nuestra serie de mensajes sobre el propósito y hablaremos de algo que muchas veces no consideramos como necesario para la realización de nuestro propósito: la llenura del Espíritu Santo.
Hay personas que asisten a sus iglesias pero no tienen la llenura del Espíritu Santo. Están persuadidas por él y siguen a Cristo pero sólo desde sus propios deseos y voluntad. No están permanentemente crucificados con Cristo como la biblia indica que debemos estar, son pasajeros de la barca de Jesús.
Hoy tenemos la presencia del Espíritu Santo permanentemente en nuestras vidas
Corremos el riesgo de vivir una vida muy pragmática, práctica y racional, cuando vivimos en las cosas de Dios, planeando para Dios y ver que estás funcionan como esperábamos, podemos llegar a pensar: «estoy haciendo las
cosas como Dios quiere» «estoy en la voluntad de Dios» lo cuál está muy lejos de ser una la realidad, porque no se trata de nuestra iniciativa o cuantas cosas queramos hacer para él, se trata de lo que él dice y nos manda a hacer.
Hoy tenemos la presencia del Espíritu Santo permanentemente en nuestras vidas, Dios nos llamó a disfrutar su presencia y vivir guiados constantemente por ella. Entonces,¿podemos cumplir el propósito sin la llenura del Espíritu Santo? No podemos, aunque tengamos toda la iniciativa, necesitamos que el Espíritu Santo nos posea; entregándole nuestra voluntad y sometiéndonos a él. Él no piensa como tú y no quiere lo mismo que tú pero te llevará a cumplir algo trascendente.
No inspirados, llenos
«Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: «No se vayan de Jerusalén hasta que el Padre les envíe el regalo que les prometió, tal como les dije antes. Juan bautizaba con agua, pero en unos cuantos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo». Así que mientras los apóstoles estaban con Jesús, le preguntaron con insistencia: —Señor, ¿ha llegado ya el tiempo de que liberes a Israel y restaures nuestro reino? Él les contestó: —Solo el Padre tiene la autoridad para fijar esas fechas y tiempos, y a ustedes no les corresponde saberlo; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra». (Hechos de los Apóstoles 1:4-8)
Todo lo que tiene que ver con sumar a la obra de Dios tiene que venir del Espíritu Santo no de una iniciativa humana. Ni siquiera por una necesidad humana como lo hicieron los discípulos. En otras palabras, Jesús les estaba diciendo: «no hagan nada hasta que reciban al Espíritu Santo, no vayan a ningún lado, no tomen decisiones…». Nunca cumpliremos el propósito de Dios si no estamos llenos de su presencia.
«Él les contestó: Sólo el Padre tiene la autoridad para fijar esas fechas y tiempos, y a ustedes no les corresponde saberlo» (v7). Hay momentos en los que el hombre, al no estar lleno del Espíritu Santo, no puede
Nunca cumpliremos el propósito de Dios si no estamos llenos de su presencia.
recibir las cosas de Dios en su vida porque no las entiende. Por ejemplo, muchos cristianos no entienden por qué tendrían que ofrendar sus vidas a Dios, por qué tendrían que dejar un viaje de placer para servir a Dios; y es que, cuando somos carnales no podemos entender las cosas de Dios. Estos hombres no entendían nada, cada vez que Dios les decía no hagan, ellos hacían, cuando les decía: «¿Quién soy yo?», se confundían. Les importaba más las cosas de este mundo que las del cielo.
«A ustedes no les corresponde saberlo; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes … » (v7-8). En otras palabras Jesús les estaba diciendo: «ustedes no pueden ir a predicar, no pueden liderar si no están llenos del Espíritu Santo». Para ser testigos hay que tener presencia, yo no puedo ser testigo si Dios no está dando testimonio en mi, no puedo testificar de la santidad de Dios si la santidad no está en mi vida. No puedo testificar de la voluntad de Dios si la voluntad de Dios no está operando en mi vida. No inspirados, llenos. Y estar llenos significa mucha oración, mucha lectura bíblica, mucha obediencia y temor.
Dios no respalda planes
«Después los apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén, a un kilómetro de distancia. Durante aquellos días, cuando aproximadamente ciento veinte creyentes estaban juntos en un mismo lugar, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos: «Hermanos —les dijo—, las Escrituras tenían que cumplirse con respecto a Judas, quien guio a los que arrestaron a Jesús. Esto lo predijo hace mucho tiempo el Espíritu Santo cuando habló por medio del rey David. Judas era uno de nosotros y participó con nosotros en el ministerio». «Entonces ahora tenemos que elegir a alguien que tome el lugar de Judas entre los hombres que estaban con nosotros todo el tiempo mientras viajábamos con el Señor Jesús, desde el día en que Juan lo bautizó hasta el día en que fue tomado de entre nosotros. El que salga elegido se unirá a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús». Así que propusieron a dos hombres: a José —a quien llamaban Barsabás (también conocido como Justo)— y a Matías. Después todos ellos oraron: «Oh Señor, tú conoces cada corazón. Muéstranos a cuál de estos hombres has elegido como apóstol para que tome el lugar de Judas en este ministerio, porque él nos ha abandonado y se ha ido al lugar que le corresponde». Entonces echaron suertes, y Matías fue elegido para ser apóstol con los otros once» (Hechos de los Apóstoles 1:12, 15-17, 21-26).
Cuando Jesús se fué y mientras se cumplían los días proféticos para la llegada del Espíritu Santo, hubo un vacío donde Dios no estaba presente. Los discípulos debían permanecer obedientes a lo que Jesús les había dicho. Para elegir al discípulo faltante, Pedro y los otros discípulos grabaron dos piedras con los nombres de los candidatos. La práctica de echar suertes de esta manera se realizó muchas veces en el antiguo pacto. Sin embargo, para que esto funcionara, necesitaban el respaldo de Dios, el cual solo vendría con el Espíritu Santo. Él traería una nueva forma de decidir, hacer, elegir, entender y aplicar lo aprendido.
Sin ánimo de desprestigiar a Pedro, este discípulo siempre se caracterizó por ser un hombre bastante impulsivo y reactivo. Y es que, nuestro carácter, pasiones, inclinaciones y concupiscencias no cambian por solo el hecho de ser salvados y escogidos por Dios. Somos transformados gradualmente por la permanente presencia del Espíritu Santo (Gal 5:16-18).
Dios no tiene la obligación de respaldar nada que no sea solo su voluntad.
Aunque Pedro recibió una orden explícita de Jesús para no hacer nada hasta que llegara el Espíritu Santo, tomó una decisión de igual manera, persuadiendo
al resto de los creyentes a que estuvieran de acuerdo con la necesidad de elegir un nuevo discípulo que tomará el lugar de Judas Iscariote, decidieron echar suertes y escoger a un nuevo integrante. Es verdad, Pedro se esforzó para que esta decisión fuera realmente espiritual y estuviera respaldada por Dios, pero eso no es suficiente. Dios no tiene la obligación de respaldar nada que no sea solo su voluntad. Si lees el blog anterior El propósito para tu vida parte I Ahí encontrarás que Dios tiene un plan para cada persona que encaja perfectamente en su plan general.
Pedro y los demás apóstoles no recibieron la orden de elegir un reemplazo para Judas ni de hacer nada más que esperar. Y al igual que a ellos, precisamente eso es lo que más nos cuesta: esperar o solo hacer lo que se nos manda. A menudo, esto representa un verdadero desafío y, en ocasiones, hasta un calvario.
El Señor nos quiere gobernar; es tan importante levantarnos en la mañana y decirle: «Señor lléname de tu presencia, toma el control de mi vida, saturame de tus pensamientos, que ya no viva yo, sino tú en mí. Que no confíe más en mi opinión, sino que tú decidas. Enséñame a andar en tus caminos aunque pierda los míos» porque la biblia nos declara que la voluntad de Dios es buena agradable y perfecta.
Durante varios años me desempeñé como gerente de proyectos para diferentes compañías. La coordinación y el control de proyectos se basan principalmente en seguir un plan, cumplir con los objetivos trazados y alcanzar las fechas
Para recibir la llenura del Espíritu Santo debemos estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos.
comprometidas de la forma más eficiente posible. La mayor parte del tiempo, el prestigio de una compañía que presta servicios a otra depende de que cumpla con lo planificado dentro de un proyecto. Si el plan no se cumple, el proyecto fracasa.
Si esto lo llevamos al plano de tu vida y el plan de Dios, funciona muy parecido. La idea siempre es apegarnos al plan de Dios, de lo contrario podemos arruinar nuestra vida y la vida de quienes nos rodean. Tal vez, esto pueda sonar dramático pero la Biblia está llena de ejemplos de hombres escogidos que se salieron del plan.
Para recibir la llenura del Espíritu Santo debemos estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos. Ser llenos de Dios implica estar literalmente casi vacíos de nosotros mismos. Poner a los pies de Dios nuestros sueños naturales, al igual que los espirituales por muy buenos y bien intencionados que sean, permitirá que el Espíritu de Dios encuentre un lugar para trabajar y desarrollar su plan.
Entregar nuestra vida completa a Dios libre de ideas, sueños o proyectos es crucial para ser llenos del Espíritu Santo. Pablo dijo una vez: «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» Gál 2:20 y el impetuoso Pedro terminó rindiendo su vida al Señor sometiendo sus ideas e iniciativas al control del Espíritu Santo.
«Los que pertenecen a Cristo Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí. Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida» (Gál 5:24-25).
Espero que los errores y fallas que cometieron estos hombres de Dios nos ayude a ser una generación más rápida en aprender y más lenta para errar.


